Toledo subterráneo. La historia debajo del lienzo.
Mencionar Toledo, puede remitir para muchos de nosotros a lienzos del Greco, orfebrería y cerámica y una ciudad de estrechos callejones y callejuelas empedrados, con el velo del tiempo en el aire. Tal y como lo narramos en nuestro Mundo Recorrido de Toledo, su descripción es ligeramente aproximada a una ciudad que muestra sus encantos inmediatos. Sin embargo, Toledo tiene otra carta bajo la manga, o bajo la superficie. Conocidos por muy pocos, Toledo cuenta con una amplia red hidráulica subterránea que abastecía de agua a la antigua Toletum, la ciudad de origen romano.
Y estos indicios afortunadamente están siendo rescatados ya que su estado de conservación es magnífico, considerando la edad de los mismos y el que se encuentran bajo la actual ciudad. No es tan fácil recuperar todo el circuito hidráulico del que hablamos, debido a que la ciudad se ha edificado sobre este, pero lo que ha podido ver la luz, es un tesoro para los ojos y podemos asegurar que no dejará a nadie indiferente.
En la Plaza de Amador de los Ríos, importante historiador y arqueólogo español, es el punto donde el viaje a la ingeniería hidráulica romana inicia. Siendo el extraño pero exquisito escenario de una tienda comercial textil, encontramos una parte perfectamente conservada que puede ser admirada pues la arquitectura de la tienda ha contemplado el acristalar el suelo permitiendo una visión excepcional donde se puede caminar sobre toda la estructura analizando la sabia construcción e imaginando el cristalino recorrido.
A la vuelta de la plaza, lo que espacialmente correspondería a la continuación del acueducto contemplado en la tienda, se encuentran las termas romana de Toletum, que es, a donde pareciera dirigirse el preciado recurso desde el acueducto previsto.
Estas termas romanas, se sabe que se ubicaron en el corazón de la antigua Villa romana de Toletum, pudiendo abarcar aproximadamente los 2000 m2 y que eran de carácter público. También existe la creencia de que además de termas, toda esta instalación podría ser la que abastecía de agua limpia a los edificios más importantes de la villa.
La estructura arquitectónica de las termas que, actualmente viven bajo viviendas y calles de la Toledo contemporánea, guardan en su esencia los años de muchos, pero realmente muchos siglos atrás. Contactar con ellos es enfrentarse al desarrollo de antiguas culturas que cuidaron todos los detalles para asegurar que el agua, fuera distribuida y aprovechada sin desperdiciar el valioso recurso.
Al adentrarse a estas estructuras, uno no para de sorprenderse, pues la construcción ha sobrevivido al paso de los siglos, claro, con algunas batallas perdidas lógicamente pero con una esencia de fortaleza, en la que en la cabeza atraviesan los pensamientos de cuántas manos intervinieron para poner en pie todo esto, y cómo se llegó a la selección de los mejores materiales para asegurar el éxito de la funcionalidad de los mismos.
Gracias a los expertos se pueden identificar las salas cuyos indicios se ven disminuidos en un alto porcentaje. El recorrido permite visualizar desde diferentes ángulos las formas de la distribución arquitectónica. Así, se reconoce la sala llamada caldarium. que quiere decir sala caliente, que era una de las partes imprescindibles de las termas, al menos su presencia es constante en todas las edificaciones de esta índole. Es este espacio el que delató su carácter público por la calidad de sus materiales.
Se puede distinguir la edificación al apilar piedra que era cortada simétricamente en bloques, su colocación y su corte perfeccionaron con el paso de los siglos, sin embargo, lo que más sorprende es su resistencia una vez levantada la estructura, considerando que no existe la presencia de mortero, que es una mezcla que pretende amalgamar las piezas entre sí.
Existen también la presencia constante de arcos. Como elemento distintivo de la arquitectura romana, el arco que se presenta en el caldarium de las termas parece ser el que dirigía el agua hacia el abastecimiento de los edificios de la villa. Elaborado en granito, cada una de sus piezas presentan una característica almohadillada. Este arco parece que formaba parte del acanalamiento abovedado que distribuía el agua, tal y como podemos ver en el acueducto de la tienda. El agua viajaba así limpia desde su origen hasta su destino, pues el estar abovedada le aseguraba evitar contacto con el ambiente o posibles agentes que la contaminaran.
En estas termas, existen también los restos de aljibes, que recolectaban agua de lluvia. Estos aljibes, como grandes contenedores de agua, presentan un recubrimiento aislante en sus paredes para evitar perder lo recolectado. Aún se puede distinguir el recubrimiento, y la pintura roja de los aljibes.
La calidad de los materiales empleados en la construcción, son un ejemplo del alto desarrollo de la llamada antigua cultura romana, que como mejor muestra, dan testimonio hasta nuestros días, manteniéndose aún en pie, no del todo intactos, pero dejándonos piezas suficientemente claras, para evidenciar las formas perdidas.
Estos termas nos permiten recorrer las entrañas de un Toletum diferente, sobre un andamio metálico que protege su narrativa. Imaginamos, por el silencio que ahora lo rodea, cómo eran sus salas concurridas, con el sonido del agua en calma, en susurro constante. Es el Toledo subterráneo, cuyo lienzo, también tiene mucho que contar.