Si de día de paseo se trata, debemos recomendar considerar el Parque Europa como una opción de interesante recorrido.
Además de ser una de las áreas verdes más grandes rescatadas en Torrejón de Ardoz, este parque cuenta con un sello particular y distintivo que le otorga un especial atractivo para quienes lo visitan.
Distribuidos a lo largo de una ruta o senda de paseo, se pueden encontrar dieciocho monumentos o edificios emblemáticos de ciudades de la Unión Europea que se vuelven, propiamente, símbolos de cada una de ellas y que probablemente algunos sean reconocidos por esa fama turística más que por su peso histórico.
A modo de paseo con curiosas sorpresas, el parque nos guía por sendas que también consideran diversiones para los más pequeños, pues incluye varios espacios de circuitos infantiles con múltiples coloridos que otorgan esta explosión de color para aquel verde mar que ya de por sí, es distintivo de entre toda la mancha urbana.
De España toma la maravillosa y magna Puerta de Alcalá y el Palacio del Ayuntamiento ubicado en la Puerta del Sol.
Así, a modo de plató de cine, el ambiente se vuelve escenario de otros países. En algunos casos incluso de cuento. El Atomium de Bruselas, la Torre Eiffel o la Fontana de Trevi, nos permiten acercarnos a países vecinos con el asombro del turista cuyo viaje se desarrolla en su sorpresa.
En este recorrido también existe un aire nostálgico. Por ejemplo, el de aquellas personas que han visto personalmente estos monumentos en sus países de origen. Entonces, pareciera un reto a la memoria que lucha por intentar recordar sus detalles, su medidas, la temperatura de aquel primer contacto, y seguramente, la felicidad de aquel viaje.
Un área verde que se transformó en un oasis para esta zona urbanística, homenajeando la unión de los países del continente y sembrando, quizá, la curiosidad para ir a conocer algún día aquel simbólico monumento que a su vez, tendrá un lazo con los paseos por este parque tan original.
Por ejemplo, la Torre Eiffel, a modo de hermana pequeña de la original, también presencia idilios amorosos. Fotos de amantes que sueñan con el romántico icono de la ciudad del amor. La Fontana de Trevi, por mucho que invite a escenificar aquel episodio de la Dolce Vita, se conforma con recibir monedas para pedir aquel deseo más cercano que nos hace brillar la mirada. Un Manneken Pis, que según dicen está hecho a fiel semejanza de tamaño del original, parece más pequeño, pero, inocente como el auténtico, preside una fuente. Aunque este no cuenta con un vestidito para cada día del año, deja la curiosidad de conocer su historia, de saber que quizá cuando veamos al original, le contaremos con nuestros pensamientos, que tiene un hermano gemelo y no tan lejano, que le recuerda.
La sirenita, parece robarle suspiros al metal, y sobre una piedra espera, con su mirada triste, el poder salir caminando para acompañar a quienes la visitan en su paseo.
Y todos estos monumentos, hacen reverencia a uno que no es una copia, sino auténtico. Aunque afortunadamente, es sólo una pieza de lo que en conjunto con muchos como él, fueron una barrera. Un trozo del muro de Berlín pasa ahí sus días, retirado de su labor divisora. Sus pintadas también ya con años encima, parecen ir diluyendo su trágico propósito de dividir. Hoy como un trozo de concreto aislado, nos hace tener más claro su labor de muralla, de barrera, entre hermanos. Así, creemos que este es el monumento que reina en el mensaje de este Parque. Celebramos la grandeza humana, la perfección de la maquinación de la mente humana. Su imaginación y avance dio monumentos tan bellos como algunos de los que vemos aquí, y nos preparan para lo que es estar frente a los originales, pero ese trozo de muro, nos recuerda lo que nunca debemos permitir. Nunca restar, nunca dividirnos, porque la unión, hace la fuerza. Como Unión Europea, ayudarnos, solidarizarnos, y recordarnos siempre humanos, hermanados en la misma civilización, progreso y bienestar para todos.
Este trozo de muro, nos recuerda sobre los que hoy descansan en el Parque Berlín, como lo contamos en nuestro Mundo Recorrido homónimo, y retornamos a esa sensación de preguntarle a la piedra ¿qué ocurrió? ¿cuál fue el error? Nos responde su silencio, su aislamiento. Y esa respuesta reafirma, que somos más grandes creando belleza que dividiendo nuestras fuerzas. No podemos parar de contemplar los trazos borrosos de la piedra, e imaginamos cuántas manos desearon atravesarla. Hoy, la rodeamos en escasos doce pasos y con todo el sufrimiento que simbolizó, el recuerdo de evitarlo nuevamente, prima. Hay tanta belleza alcanzada, que es en la que debemos centrar nuestros objetivos. Mantener la unión. Como estos monumentos, que en este parque parecen vivir su idílica tertulia, un día de campo, con monumentos, que toman el sol, bailan bajo la lluvia, y lucen una magnitud quizá prestada de sus hermanos mayores, los originales, que si tenemos suerte, iremos a buscar para contarles de este parque que los homenajea y nos permite ir a muchos países, sin atravesar fronteras. La tertulia comienza.