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Donde las fuentes emanan música. Fuenlabrada

Fuenlabrada, uno de los municipios más habitados de la zona sur de la Comunidad de Madrid, protagoniza junto a sus fuentes este nuevo artículo de Mundo Reocrrido.

Sumergida en la vida contemporánea, esta ciudad es actualmente encasillada en un tópico de ocio nocturno, pero recorrer sus calles permite descubrir piezas que construyen una historia interesante y que también está ligada a un ámbito musical, pero de diferente género.

Según las transcripciones de las Relaciones Topográficas de Felipe II, realizadas un 13 de enero de 1576, se registran 58 puntos descriptivos de esta zona. Entre ellos destacan los que mencionaremos a continuación, que nos permiten ir haciendo un retrato más exacto de lo que algunos desconocen de esta ciudad.

Descrita como aldea y bajo la jurisdicción de Madrid, el asentamiento hoy conocido como Fuenlabrada, cuenta con retales de historia que sorprenderán a cualquiera que preste un poco de atención.

Se cree que el origen de su nombre se debe a una fuente que antiguamente denominaban la Fuente Vieja y se encontraba a las afueras de la villa. Dicha fuente era muy antigua, estaba labrada a cal y canto, y probablemente había sido hecha por los musulmanes. Sus aguas provenían de Fregacedos y Loranca. Contaba con agua dulce que abastecía de las misma a los pobladores, contando con que el agua para los ganados la dotaban los pozos particulares.

Descrita en aquellas relaciones también como una tierra fría, llana y rasa, se describe a su población como una población sana. Carente de leña y caza, realizaban su abastecimiento en las villas contiguas. Aunque el trigo y la cebada nunca escasearon en sus campos, el vino era limitado.

Se registra también, el privilegio de seguridad que los Reyes Católicos expidieron para mantener esta villa exenta de su intervención o saqueo por armas, soldados, o guerra.

Se reconoce como patrono de la ciudad a San Esteban. Santo que la guarda hasta nuestro días. Aún podemos reconocer su representación en la iglesia principal, donde un San Esteban ataviado con ropajes de joven diácono sujeta una palma con la mano derecha y un libro con la izquierda. Sobre el libro, parecen estar las piedras que suelen acompañar su representación. Y como buen protector de canteros, enlosadores y picapedreros, guarda, a los “labradores de fuentes” de la ciudad homónima.

Entonces, el pasado se diluye con el presente, donde una ciudad con ajetreados ritmos, parece ignorar las fuentes y sus melodías. Caminar por su sencilla red urbana, nos asoma monumentos, que, callados, casi tímidos, saludan. Su diálogo se vuelve un susurro casi perdido por el sonido de los coches que la transitan.

Así, encontramos varias fuentes, de piedra labrada, que parecen dirigir delicadamente el agua que constante nutre y sacia la sed de quien se acerque. Sus notas son sutiles, sencillas, como hilos o cuerdas, cuerdas que semejan las de la guitarra, que curiosamente hacen saltar las yemas, en un punteo clásico español, y nos llevan a un autor: Dionisio Aguado.

Hoy una nave sencilla, desgarbada, con tiempo y olvido encima, sujeta una placa que lo recuerda. Pesan los años sobre ese solar sencillo, con muros cansados y tejas envejecidas. Pesan tanto, que el viento parece transportar una melodía de notas que saltan como gotas de agua. Como llegando a la fuente. Como nadando en ella. Así, asemejan las melodías de Aguado sus notas. Se vuelven líquido incontenible, poco fácil de dominar y siempre libre.

Sentados frente a una de las fuentes que quedaron absorbidas por la mancha urbana y su crecimiento, escuchamos sus afluentes, donde el agua, choca con la piedra, la esculpe, la moldea y la doblega para recibirla, suave, como el recurso valioso que es. A pesar de que muchas fuentes ya sólo quedan como mero adorno urbano y sus aguas no son siempre potables, su cadencia, su ritmo, parece siempre aludir a las cuerdas de una guitarra que juguetea en compases imposibles y son tan admirados por el mundo. Tan desconocidos por sus cercanos. Tan injustamente olvidados.

La ciudad de las múltiples fuentes calladas, sigue sumergida en su vida de prisa. Sus partituras resisten el tiempo pero son derrotadas ante la nostalgia de las fuentes que emanan notas de melodías cada día más calladas.

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