Entre las cepas de la inspiración nació Goya
En un pequeño rincón de la provincia de Zaragoza, Fuendetodos, contempla con su rosa de los vientos, los campos que lo rodean. La sonrisa del sol primaveral, los intensos colores de la cariñena, la misteriosa neblina de su invierno o el constante juego de los alicios y euros, hacen de este sitio un refugio para la inspiración.
Guarda además en el dobladillo de su casaca, las sendas de la historia. Existen trincheras de la Guerra Civil Española que dejaron su indeleble constancia en sus alrededores, pero en el corazón de este rincón, en el número quince de su plaza principal, vio la primera luz Francisco de Goya, el pintor de la esencia humana.
Fuendetodos, por su nombre, hace referencia a la fuente que emana de un ojo de agua en la entrada del pueblo por la carretera que casi solitaria se vuelve su única compañía. Sus calles sencillas y contadas, se dibujan desde el atrio de la iglesia. Los tejados guardan esa secuencia modular, que imbricando sus tejas, simulan un tejido de lana, matemáticamente perfecto.
El aire parece repartir inspiración. Sus paredes nos regalan murales contemporáneos enfrentados al tiempo de las casas más antiguas que lucen su orfandad.
Imaginamos el movimiento de este sitio. Sus casas vacías llenas de vida, de niños, de hombres y mujeres saboreando el tiempo. Hoy, parece el retiro de todo ese movimiento. Reina la calma pero el arte parece seguir invitando a sus musas a un paseo bucólico.
Su horizonte juega con sus tejados geométricos, sus paredes con sus colores uniformes en su mayoría conviven con las muestras más contemporáneas, su clima extremo invita a perderse en sus escuetas vías.
Esta zona, se encuentra rodeada de grandes campos que aprovechan la energía eólica, por ello es común encontrar en la carretera los tranquilos molinos armonizando con el viento según las rachas.
También se sabe que esta zona fue una gran productora de hielo. Actualmente es común encontrar en la región las famosas “neveras” que son construcciones de piedra a modo de casetas con una estructura de cono, que, aunada al material de construcción conserva una temperatura óptima para conservar la nieve caída en el invierno y emplearla como hielo en el verano.
Lo más recomendable es dejarse llevar por sus calles que parecen observar los pasos visitantes. Así se puede disfrutar de sus sutiles detalles, sencillos o típicos rasgos de un pueblo que parece emanar inspiración.
En estos paseos es fácil reflexionar sobre la naturaleza humana. Sobre esos arranques humanos que a veces podrían ser catalogados como bestiales y que Goya plasmó en sus lienzos. Ver a través de sus ojos el enfrentamiento del valor ante la vileza o la injusticia, la inocencia ante la maldad y el abuso ante el miedo, parece una consecuencia inmediata de un paseo tranquilo por este rincón. Tal y como lo narramos en nuestro Mundo Recorrido de Príncipe Pío, donde el maestro presenció aquellos momentos y sentimientos que inmortalizó en trazos.
Contemplar el horizonte desde el mirador de la iglesia es una actividad sugerida, donde recorrer con la vista los tejados, las esquinas visibles, algunas ventanas calladas que parecen guiñar sus cristales ante la panorámica y combinar los elementos en nuestra retina, provocan infinidad de pensamientos. Definitivamente se vuelven la paleta de un lienzo personal que va firmado con introspección.