Recorremos la capital de Noruega, una ciudad con una increíble oferta cultural.
Mencionar Noruega como sitio turístico, generalmente se asocia inmediatamente con el maravilloso entorno natural de los Fiordos. Hoy en Mundo Recorrido, nos concentraremos en su capital, Oslo, como centro neurálgico de actividad social, política y cultural, descubriendo esta ciudad como un increíble compendio artístico que toca hasta la fibra más interna.
Comenzaremos el recorrido en el Museo de Edward Munch en esta ciudad. Una verdadera joya que reúne la famosa pieza de “El Grito”, así como otras no tan conocidas, pero no por ello menos vibrantes. Con sus trazos expresionistas, resulta relativamente sencillo identificar la soledad, la angustia o la desesperación de sus mensajes pictóricos. Una cita obligatoria para todos aquellos amantes de la pintura. Ver las obras fuera de un soporte bidimensional como un libro o incluso un ordenador, les otorga un soplo de vida cuya fuerza genera una huella en la memoria. Después de haber contemplado más obras de este pintor, les aseguramos que habrá alguna que no podrán quitar de su mente, y no es en todos los casos la de “El Grito”.
Continuamos el recorrido en una ciudad con una red de tranvías, cuya exactitud y puntualidad vuelve el transporte un medio muy eficaz para llegar a cualquier lugar. El cielo se vuelve reticular con la red de los tranvías y le da un toque muy artístico a sus letreros, que intentan guiar a los que la visitan.
Como un país Monárquico, tiene su sede en esta ciudad, y con ello, la presencia de un Palacio Real de cuento no podía hacerse esperar. Como una magna construcción palaciega sobre una colina, rodeada de jardines, este Palacio Real cuenta con una vista de la ciudad que vuelve este sitio un privilegio natural.
Con sus garitas custodiadas por la Guardia Real, es todo un espectáculo digno de presenciar el cambio de Guardia que se realiza puntualmente e irrevocablemente todos los días a las 13.30. Su actitud marcial es impecable y el conjunto simula la perfección de soldados mecánicos en una maqueta o una postal viva.
Como país nórdico, cuenta en sus alrededores con áreas de esquí y salto que suelen ser muy concurridas en temporadas de nieve, pues además de ser ideales para el deporte se encuentran de cierta manera inmersas en parajes naturales, rodeadas de bosques. Y aquí, también existe una huella del folklore nórdico con los llamados “trolls”. Los “trolls” como personajes míticos de esta cultura, suelen ser también considerados guardianes de bosques, de ahí que sean muy recurridos para “vigilar” que nada malo pase. Es todo un evento poder contemplar estas esculturas aleatoriamente entre los bosques.
Oslo ofrece una muestra de fusión arquitectónica de clásico con modernista, rescatando elementos nórdicos. Es muy recomendable pasear con la mirada atenta, pues es fácil reconocer repentinamente elementos mitológicos en edificios que proponen toda una estructura modernista o simple.
Existe un parque muy importante en la ciudad donde además de poder pasear por magníficas áreas verdes, deleitarán el paseo increíbles esculturas que retratan la vida humana. Este parque es el Parque Vigeland, nombre del padre de todas esas maravillas escultóricas, Gustav Vigeland, que lo único que hizo fue observar la vida y retratarla en piedra y bronce como unas sorprendentes lecciones.
Los protagonistas de todas las esculturas son mujeres y hombres en actitudes comunes y reales por las que alguna vez hemos transcurrido todos. Son esculturas cuyo mensaje, con su enorme sencillez, encalla en nuestra reflexión. El amor, la muerte, la infidelidad, la niñez, el fracaso, el éxito, el egoísmo, por mencionar algunos tópicos, todos, detallados en esculturas y verjas de una manera exacta. Cada escultura nos atrapa un buen rato, nos regala pensamientos tan variados que además se acompañan con el ambiente. Este parque es el mejor hogar que estas obras podrían tener. Nos permiten acercarnos a ellas de tal manera, que podemos inclusive reconocernos como protagonistas de algunos casos, o como reflejos. Es una narrativa en piedra o en metal de la naturaleza humana. Cuentos breves de corazones que laten a revoluciones que podrían ser la tuya. Una muestra de que el arte puede encontrarse incluso en un parque.