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La Hermandad de la Borriquita en el Barrio inventado. Semana Santa en Malasaña

El barrio Universidad, conocido como Malasaña, cuenta con tres iglesias importantes que tienen gran protagonismo en Semana Santa.

La iglesia de San Ildefonso, es una de ellas y cuenta con una Hermandad relativamente joven. Joven si es comparada con las Hermandades de los barrios vecinos, pero no por ello, su relativa juventud, le resta devoción.

Con una escultura de Jesús al lomo de un borrico, el paso que da nombre a esta Hermandad, recuerda el pasaje bíblico de la llegada de Jesús a Jerusalén.

Las Hermandades de la borriquita, al menos en Madrid, son escasas, parece que sólo se tiene como referencia la que reside en Malasaña. Y eso, la hace aún más especial. Conformada por más de un centenar de miembros, esta Hermandad, se estructura con todo su organigrama clásico, pero además debe considerar la autorización de permisos por parte del Ayuntamiento madrileño para el despliegue de sus procesiones y el recibimiento con los vecinos del barrio, que suelen ser de estilos muy variados.

Protagonizando el Domingo de Ramos, la talla de la borriquita nos presenta a un Cristo del Amor, acompañado de San Juan, con todo un séquito de nazarenos, costaleros, capataz, Hermano Mayor y hermanos.

Acompañados de música con una Banda Sagrada cuyos integrantes son desde niños, hasta adultos, tanto mujeres como hombres, esta Hermandad, tiene como característica el hecho de resaltar y permitir la presencia de los más jóvenes.

Y lo curioso del barrio, aquel ritmo que transcurre todos los días, el Domingo de Ramos, se vuelve todo un acontecimiento. La fusión que este barrio respira, con la procesión de la Borriquita se vuelve un ejemplo de integración y respeto.

Las bohemias calles de este barrio, tan llenas de bares y locales de diseño, atienden y pausan por el paso, que, solemnemente parece hipnotizar a todo el que es testigo.

Así, esta procesión permite presenciar la fusión del barrio. Sus vecinos más arraigados, contemplan junto a los pasajeros, el despliegue de la fe que todos experimentamos independientemente de la religión que tengamos.

El trabajo en equipo, el esfuerzo, la organización humana, se ejemplifican en esta procesión cuyo mayor reto, además de aguantar el largo recorrido con el gran peso a cuestas, es hacer la entrada triunfal de la talla en la Iglesia de las Maravillas, cuyo portón permite una determinada altura. La tensión se respira en aquellos minutos, en los que los costaleros son guiados con meticulosa precisión para lograr su cometido.

Las calles del barrio inventado, parecen paralizarse a la llegada de La Hermandad de la Borriquita que se anuncia con la banda de música, en la que las percusiones y el viento reinan. La música viaja por los sensores de los presentes. El corazón comienza a latir, y se respira Malasaña. Incluso parece saborearse, según aquellos, que desde su sitio en algún bar, presencian la procesión.

Los móviles se saturan de la imagen de la Borriquita y parece que se transmite en “streaming” el paso. Todos juntos contemplamos el recorrido e incluso aplaudimos el logro de los costaleros al conducir con bien al Cristo que parece mirar benevolente.

Este barrio, sin dejar su distintivo sello de constante búsqueda de la modernidad, por una semana, recupera su característica castiza, y la exhibe en una perfecta mezcla de lo clásico con lo contemporáneo; el pasado con el presente. Puedes leer nuestro artículo sobre Malasaña, el Barrio inventado aquí. 

Pareciera ser el escenario menos imaginado o concebido para un acto religioso, pero precisamente es eso, lo que hace de esta celebración todo un interesante montaje. Los grafitis de sus calles, incluso parecen paralizarse para emitir su mensaje.

El barrio inventado, se vuelve el santo anfitrión de Semana Santa. Recomendable recorrido para los que gusten fusionar el ayer con el hoy.

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