Al escuchar Toledo, nuestra cabeza suele inmediatamente asociar el nombre a determinadas categorías: medievo, espadas, sinagogas, muralla, El Greco.
Como si de un pincel preparado se tratara, el lienzo toledano recibe a un turismo constante y curioso que parece nunca cesar.
Caminar por esta pequeña ciudad amurallada cuya estructura se edifica con muros estilosos a modo de castillo, se consolida con una muralla natural, pues Toledo, preside desde lo alto, un valle que regala vistas y paisajes de pintura. Desde sus murallas, altas de por sí como una fortificación de protección, al verse sujetas por las laderas del terreno, la altura que parece separarnos del valle, del “afuera”, es imponente. Definitivamente esta ciudad estaba preparada para ser impenetrable y guardar consigo sus misterios y rincones.
Acceder a ella por sus puertas de acceso aún vigentes, es como entrar en un cuento de caballeros andantes o las Cruzadas. El dominio de cada una de estas puertas de gran ancho, que además comparten el acceso en algunas de ellas con el paso de los automóviles, nos envuelven con su luz filtrada por las torres dentro de estos pequeños pasajes. Afuera: el mundo, adentro: Toledo.
Generalmente la ciudad se desarrolla entre pendientes por el terreno sobre el que se construyó. Algunas calles parecerán inmensas cuestas y sus calles aunque transitadas por vehículos, son estrechas y se ven invadidas por grupos de turistas de todas partes del mundo, que se ven asombrados por el ambiente que encierra esta ciudad y la constante artesanía metalúrgica que incluye desde pequeñas espadas hasta armaduras completas.
Cuenta con un excelente servicio de señalización de ubicación por si, recorres la ciudad sin un mapa en mano y eliges permitir que ella te guíe y te sorprenda.
Es recomendable, si quieres recorrerla entera darle tiempo y mínimo sugerimos permitirte hacerlo en dos días, pues te aseguramos que a cada paso descubres más y más cosas por ver y disfrutar. Aquí te sugerimos una lista completa con alojamientos a precios muy competitivos.
La catedral de Toledo te robará más de un par de minutos, pues su fachada, con un estilo Gótico, te cuenta con toda esa narrativa de piedra escenas religiosas perfectamente identificables. Desde este punto, se ramifican muchas rutas para recorrer la ciudad, pero ya te aseguramos que la que elijas será la adecuada y no te decepcionará.
Sus calles, con ese empedrado de tiempo, con colores de medievo en sus casas de piedra y ladrillo, y esa íntima estrechez, regala paseos llenos de sorpresas, porque puedes toparte con museos, sinagogas, miradores o callejones que escalonados esconden más rutas.
Toledo es una ciudad que ha sabido crecer adaptándose a su vida turística y ha realizado todo un despliegue que brinda al turista una visita agradable e inolvidable. Una muy buena iniciativa para otorgar una oportunidad de sostenibilidad a la ciudad. Ahora también, nos corresponde como turistas participar.
Para alguna parte de esta sostenibilidad Toledo ha conjugado su magia medieval con una arquitectura moderna y sencilla de grandes bloques de hormigón y estructuras de metal con cristal. Es una nota muy interesante cómo estos estilos tan aparentemente opuestos, coexisten como una perfecta dualidad. Funcionalidad y belleza, son efectivos para acoger a la gran cantidad de visitantes.
Intentando mantener los espacios lo menos intervenidos posible, se generan nuevas propuestas para ver Toledo también como una competencia activa de modernidad. Una ciudad, que sin perder su encanto implícito, ha sabido adaptarse al paso del tiempo, para que todos la disfruten por igual.
Para comer en Toledo, la oferta nunca va a faltar. Definitivamente tenemos que mencionar La Taberna Gótica, porque ofrece un menú que además de saciar tu paladar brinda la tranquilidad correcta para la hora de la comida. Con los tiempos bien medidos, cada uno de los platillos impregnan los sentidos, embaucan el olfato y deleitan al paladar con una sazón deliciosamente casera. Como paisaje inmediato, la Plaza de Toros, enmarca el paisaje.
La heráldica de Toledo, te permite distinguir un águila bicéfala, o la presencia de dos águilas de perfil, que sujetan un escudo con los elementos distintivos de la comarca. Es muy interesante que sin tener un amplio bagaje en heráldica, lo puedes reconocer en varios puntos de la ciudad y te sientes como un explorador calificado. Estas mismas águilas son temas recurrentes en la orfebrería artesanal de Toledo, en sus dagas, navajas, anillos, etc. Aunque también, es imposible no encontrar un Quijote en algunas de estas tiendas.
Seguir paseando la ciudad sin prisa, elegir azarosamente entre sus estrechas calles torcidas, te pueden llevar a sitios con una alta carga histórica, que en Toledo es poco fácil no topar. Así llegamos a la Plaza de San Justo, que resultó ser una de las más antiguas. Con una iglesia como testigo, desarrolla un ambiente perfecto para una pausa. Un sitio especial para ello y animado, es el Bar Virtudes, con un espacio tranquilo, con una terraza donde la clientela es del sitio y por lo tanto el ambiente es cálido y relajado.
Toledo ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad y celebra su trigésimo aniversario mejorando para seguir siendo el digno Patrimonio que es, una ciudad Medieval, con corazón de artesanal metal que se guarda amurallada en lienzos de pinceladas alargadas y emblemáticas.
Con ese pincel topamos, cuando vemos constantemente la imagen del pintor por excelencia de este reino: El Greco. Para los amantes de la pintura, Toledo es un sitio de visita obligada porque mucha obra de este pintor está aquí para exposición y deleite público. Con sus trazos seguros y dinámicos, con una paleta cromática que le caracteriza, El Greco nos acerca a escenas de evidente contenido aderezando sus trazos con pinceladas de intriga. ¿Qué más habrá en esos fondos llanos, oscuros, que dejan de protagonistas a las figuras humanamente reconocibles a pesar de su alargamiento quizá triste, quizá enigmático?
Quizá sería el encanto de esta ciudad lo que inspiró a este maestro a plasmar el misterio, lo certero, lo absoluto. Cualidades que se respiran en estas calles, en sus murallas, construidas y naturales.
Así, el Tajo, rodea la ciudad con paso calmo, misterioso. Quizá saluda al valle y las montañas. Con su paso certero no se doblega ante cuestas, busca rutas, y se muestra absoluto, como un recurso natural privilegiado. Puede ser que si lo observas desde alguno de los miradores de la ciudad, encuentres estos efectos, y probablemente, sientas la visita de las musas para crear, por qué no, un estilo artístico. Será también el efecto con que El Greco inunda la ciudad, con pinceladas de aire misterioso.
Uno de los momentos más agradables de la ciudad es el atardecer, que con cálidos colores o perdidos arreboles, pincela la piedra con un tono ocre, tibio, que contrasta con el cielo que comienza a oscurecer. Si a esto le sumas la suerte de coincidir con la hora mágica, disfrutarás seguramente de paisajes de postal y ambiente de tranquilidad.
Toletum, te espera con su encanto medieval actualizado. En sus tiendas de artesanía parece escucharse el sonido del metal vivo, cuando choca uno con otro en batalla, sus Quijotes con sus inseparables Sanchos, y hasta sus Dulcineas, sus Grecos, sus alcázares, y sus catedrales, todo de metal trabajado, de promesa eterna, de permanecer a pesar del paso del tiempo. Con una plumilla, también de metal bruñida, firmamos este lienzo, este paisaje que debes visitar. Y lo firmamos, con la rúbrica de la Ciudad que callada, narra una historia.