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Tras las huellas del Romancero Gitano. El sabor de la Granada madura

Con el manto de la luna, los granos de la granada madura buscan las huellas del Romancero que un caballo azabache lleva en la crin.

Granada, una ciudad envuelta en mantos de poemas a la luna, a el agua, a la guitarra que llora, al tacón que remata, te embruja con sus largos misterios impregnados en cada rincón.

Como inspiración de artistas, esta ciudad te regalará las musas necesarias para que sientas el halo del brillo de la noche, el silbido del sol al despertar, o los cantos del viento al caminar por sus calles empedradas de rúbricas gitanas.

La Alhambra, como ese regalo a la humanidad, a modo de patrimonio de jardines y palacios envueltos en mantos de historia y adornados con exquisita filigrana árabe, se mantiene tan nueva como en sus primeros días que datan de más de seis siglos atrás,  sobre la colina, reinando sobre la ciudad que le rinde tributo a sus faldas.
Caminar Granada es dejar que la ciudad te tome de la mano y te guíe.  Es estar preparado para escuchar una guitarra en algún patio, conversar con algún amable vecino o hipnotizarse con el ritmo acuático de sus fuentes.

Entrar en algún patio de la ciudad te lleva a un viaje particular, donde la importancia del agua, homenajearla como antiguamente se hacía, y como en herencia se dejó el aprendizaje, es primordial. Agua, como elemento indispensable en la casa, en el alma, en el corazón.

Fuente dentro de un patio granadino

Fuente dentro de un patio granadino

El aire granadino lleva las virutas de la música, de la gastronomía, del flamenco. Abrir los ojos no será suficiente pues todos los sentidos exigen absorber esta ciudad.  Aquí, se entiende aún más aquellas frases de Lorca, aquellos personajes, aquellos paisajes.

Dentro de la ciudad encontrarás mercados con un ambiente árabe, a modo de portales, donde la artesanía reina y enamora. Su catedral, te hará mirar al cielo, y sus innumerables esculturas no pararán de hacerte reflexionar.

Y así mencionaremos “El instante preciso”, una escultura que sorprende en alto, si vas atento a todo lo que la ciudad te quiera mostrar. “Feliz quien vea sus horas en dorado presente” es el lema que, además de la imagen, sacude el interior por ese hombre que con los ojos vendados se deja guiar por su caballo, probablemente azabache. Azabache,  quizá como los que Lorca dibujaba, en los cabellos de una estricta Bernarda. Caballo y hombre dominan esferas doradas, en equilibrio, como un bien preciado, como un don de malabarista innato. Una crin tranquila, parece mostrar un paso dominado, a pesar de tener una pata al aire, y posar las restantes sobre esferas. Nuevamente nos sorprende el ritmo de una guitarra mientras un caballo a paso lento sacude su crin. Con la crin salvaje al viento, parece nunca negar nuestra naturaleza humana, animal y libre. Así, así parecen florecer el arte, la mujer y el hombre de estas tierras. Con la sangre repleta de romanceros hasta el hartazgo, sudando poesía, barnizando las pieles más secas y tocando los corazones más escépticos y reacios.

Removiendo la entraña con las cuerdas que sesgan notas de ritmos totalmente del alma, las notas de la guitarra como volantes de las faldas de las mujeres, que giran y se elevan, y dibujan olas en el aire invitan a nadar.

Granada repite su nombre en sus bolardos, en sus escudos, en sus señales y se vuelve geometría artística en cada rincón urbano. Flores, naturaleza, poesía y autenticidad es lo que caracteriza a esta ciudad. Si buscas inspiración seguro aquí la encontrarás y si crees que eso es exclusivo de los artistas, la magia de esta ciudad toca a todos y cada uno de los que la disfrutan.

La timidez y sutileza con que esta ciudad te toca, te desatan las pasiones y la euforia más pura, que con términos del Romancero gitano, se traducirían incluso en colores o en elementos naturales.

“Verde que te quiero verde…” se respira, se inhala con una múltiple interpretación. Un drama, una angustia, una congoja, una paz, un viaje, un placer, un amor. La granada con sus granos maduros tiñe de rojo, de sabor dulce, de bocados en rima o en prosa. Con la emoción del último estribillo de la canción homónima cerramos este relato, porque efectivamente, Granada tú tierra está llena de lindas mujeres y de sol.

Y para finalizar, queremos dejar a modo de recomendación una amplia lista de lugares para hospedarse en la ciudad de Granada.

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